CAPÍTULO 6. El cambio comienza a gestarse. Año 1992

La audiencia que se vio sorprendida con un primer LP lleno de rabia y fuerza quizás se desencantó con un segundo más relajado. Sin embargo, para Robe, todo tiene explicación. “No queríamos añadir más violencia en una época en la que teníamos la guerra del golfo y todo el bacalao. Por eso, la portada es tan dulce. Tampoco queríamos hacerlo tan dulce; vale que la portada es lo más importante, pero hay que dar la bulla. Por delante unos músicos y unos pajaritos, por detrás desastre ecológico y unos delincuentes, drogadictos y asesinos; es el contrapunto", decía Robe en 1992.

EXTREMODURO cada vez patea menos los escenarios, pero sorpresivamente en su llegada a Barcelona para presentar SOMOS UNOS ANIMALES confirman su intención de entrar muy pronto a grabar un tercer plástico. 

La dispersión en el seno interno de la banda comienza a hacerse mayor, condicionada en parte por el excesivo consumo de drogas. Únicamente se reúnen esporádicamente para ensayos y Robe se monta un pseudogrupo que llama EXTREMOZOIDE para preparar sus nuevos temas.

Las ventas de SOMOS UNOS ANIMALES apenas rozan los 8.000 ejemplares. Y es que la piratería casera estaba funcionando abundantemente ante la falta de distribución de los dos primeros trabajos. “Yo no quiero una promoción a tope, no quiero carteles, aparecer en revistas… pero quiero que los discos se puedan encontrar en las tiendas para que la gente los compre", insistía Robe en 1992.

Ante la escasa promoción y nula contratación de galas, EXTREMODURO acuerda que Raúl Guerrero (q.e.p.d.) y su primo Tomás Rodríguez se encarguen y alternen en el trabajo de mánagers, una vez liquidado el contrato con su actual discográfica.

A la par que Robe preparaba trámites en Madrid para grabar, el bajista del grupo, Carlos el Sucio, convenció a dos históricos de la discográfica DRO para firmar un contrato. “Acabábamos de fichar a Celtas Cortos, y vimos que Extremoduro podía ser un fenómeno parecido, a pesar de que sus actuaciones eran demenciales: el batería se dormía, el guitarra tenía que hacer tres o cuatro descansos. A veces, algunos pasaban de aparecer porque se estaban picando y le dejaban tirado…", recordaba José Antonio Gómez, de Dro.